Andalucía

Quiero expresar mi repulsa por la existencia del pueblo autodenominado andaluz. Me cago en sus aceitunas gordas cordobesas y en su asqueroso "gracejo natural". Odio los chistes de Lepe, las sevillanas y todo lo que huele a hierbabuena y a manzanilla. Me dan asco sus licores dulces y su gastronomía a base de adobos y fritos, sus repuldivos vinos dulces y sus ríos secos.

Me dan vergüenza ajena sus lastimosos campos, sus puertos de montaña y sus "trabajadores" del campo. Vomito en el PER y en la PAC y en todos los sistemas de compra de votos que existen en el subdesarrollado país meridional. Siento repulsa por los terroristas de Izar y pos los miles de parados de Cádiz y Sevilla. Me cago en el puente de la barqueta en la EXPO con curro icluido y en el Ave. desprecio todo lo que tenga color verde y blanco.

Siento nauseas al ver la falta de respeto de sus semanas santas dond eno hacen más que dar berridos, en sus fiestas del Rocío, en sus ferias de Abril, en la de Mayo, en la de Otoño y en todos los días en los que no trabajan 364 (en navidad cocinan y eso lo consideran trabajo).

Odio Marbella y la costa del Sol y sus delicuencias inmobiliarias, a los andaluces de Jaén y sus cooperativas olivareras obsoletas, a los racistas de Almería y sus putos campos de plástico. Al Fresón de huelva y a todas las chirigotas y verbenas rocieras y grupos de sevillanas. Pero sobre todo odio Sevilla, su arte, su duende y su gracia, y todas las expresiones que se refieren a ese sitio de esa manera tan vomitiva.

Andalucía

Odio el Cádiz C.F., el Recre, el Málaga y sobretodo el Betis Balompié y todo lo que representa. Me da asco el Caja San Gitano y y el Unipaja Málaga. No soporto los toreros andaluces ni la maestranza de Sevilla. Desearía derribar la Plaza de Toros de Ronda e incrustar piedra a piedra un trozo de plaza a cada uno de los millones de andaluces repartidos por el mundo.

Odio el eceite de ajo, el tomate con ajo, el ajo crudo, y todos los alimentos con ajo, base de la alimentación de ese infrapueblo. Prefiero la mantequilla al aceite, como buen europeo.

Pero como odiar es malo, después de haberme desquitado con ese pueblo de mangantes, chupópteros y demás carroña infrahumana, ahora y aquí, perdono a todos los andaluces por sus felonías y maquiavélicas actuaciones inspiradas en belcebú, y les ofrezco mi ayuda para salir de su fangosa situación de amoralidad. Así que le ofrezco mi amor a todas las andaluzas que no estén gordas y sé que el resto de HFC le ofrecerá su amor al resto del pueblo andaluz.