Arafat el fantasma

Se habla hoy de un nuevo escenario en el futuro de Oriente Próximo tras la muerte del terrorista internacional que lideró la OLP desde sus comienzos.

Pero es difícil que se resuelva la situación teniendo en cuenta que los árabes tiene varias facciones divididas en cuatro grupos bien diferenciados.

Israel ya ha renunciado a sus derechos históricos sobre los dos territorios ocupados por Palestina y sólo falta que el embrión del Estado Palestino, la Autoridad Palestina, una a sus "ciudadanos" en un proyecto común para así trazar los acuerdos de paz con Israel.

Arafat en Wikipedia


Mientras que las facciones islámicas todavía no reconocen a Israel como Estado, y al israelí como un pueblo con derecho a existir, los laicos de Palestina sí que reconocen este estado pero no están de acuerdo en las fronteras de antes de 1967 y con la situación de Jerusalén. Mientras que los Palestinos autoexiliados quieren volver a los territorios de donde salieron y convertir esos territorios en parte más del Estado Palestino dividido de Israel por una frontera clara que no puedan cruzar los israelís, los habitantes de Cisjordania y Gaza sólo quieren que se abran las fronteras para poder conseguir un puesto de trabajo en Israel. Mientras que los ciudadanos de Gaza tienen unos objetivos, los de Cisjordania otros. Esta falta de proyecto común es lo que impide una negociación clara con la Autoridad Palestina.

Mientras tanto, cientos de jóvenes israelís mueren bajo atentados terroristas de corte islámico, que es la tendencia que está ganando más acólitos entre las filas árabes de Oriente Próximo. El Movimento Al Fatah de Arafat era un movimiento laico y socializante que incomprensiblemente se ganó el apoyo de la izquierda europea que veía como en el corazón del mundo árabe se ondeaban banderas rojas. Pero no se puede apoyar un movimiento que proclama la erradicación de la zona de toda presencia judía y la sistemática destrucción hasta la desaparición de Israel, de su estado y de su pueblo.

Las continuas derrotas de los frentes árabes de liberación nacional frente al organizado ejército israelí que defendía su territorio y la seguridad de sus ciudadanos, provocaron una marcha atrás de la política de Arafat, renunciando al terrorismo como medio de presión política y reconociendo a Israel como un estado con derecho a existir. Sólo entonces se avanzó hacia la posibilidad de la creación de un Estado Palestino en territorio de Israel y la paz entre árabes e israelíes. Arafat tomó el mando y durante todos los noventa se negoció palmo a palmo todas las vías de solución. Pero Arafat sabía que cualquier acuerdo que significase la existencia de Israel, iba a ponerle en contra a las facciones más integristas de corte islámico. La reivindicación de Jeresulén bajo control único del futuro Estado Palestino es algo que sabía que no iban a aceptar ni los israelís ni las comunidades no islámicas de la ciudad, y éste fue el desencadenante de las rupturas de las conversaciones que originaron la segunda Intifada en la que hoy nos encontramos inmersos.

Lo triste es pensar que tras la muerte del terrorista, líder de la OLP y presidente de la Autoridad Palestina el control de la organización pueda ser tomado por integristas islámicos. Por eso es necesaria una solución ya, y que EE.UU. abandone su política de Oriente Próximo olvidándose de momento de Iraq y resolviendo este problema. Tiene que controlar en la distancia, con la ayuda de Europa el interregno palestino hasta la sucesión de un nuevo interlocutor apoyado por una mayoría de los palestinos amplia y bien consensuada, y trazar la forma de que el ejército israelí salga de Gaza, primero, y de Cisjordania y entren fuerzas internacionales que ayuden a las fuerzas de la autoridad palestina a mantener al margen a los terroristas islámicos. Además se deben conceder créditos de ayuda a la construcción de infraestructuras básicas.

Si se soluciona en alguna medida el problema, o por lo menos se ponen las bases para que la comunidad internacional no se tenga que preocupar más del tema, las atenciones giraran a Iraq, Irán y Afganistán pudiendo crear un clima de estabilidad.

Esto es muy utópico y requiere una voluntad clara de todas las partes, aunque realmente dudo que EE.UU. abandone su política en Iraq para desplazar sus medios a Israel, y que en el seno de las facciones árabes de la zona se logre un consenso claro para nombrar un interlocutor.

Como siempre, ahora la piedra está en el tejado de los árabes de Oriente Próximo si realmente quieren construir un Estado independiente de Israel.

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