La vida de una persona normal

¿Para qué estamos aquí? ¿para sufrir?

Imagen: Comprender la fibromialgia


Cuando parece que todo va bien siempre hay algo ahí para fastidiarlo. Es como una fuerza que te impide ser plenamente feliz. Pero esa fuerza no debe ser incontrolable. La incomprensión es nuestro enemigo.

Pero ¿tenemos realmente enemigos o nos los generamos nosotros? Sí, nos los generamos. Al parecer tenemos miedo a nosotros mismos, eso es lo que nos hace vulnerables. Parece que hay cosas que puedes controlar, cosas que quieres controlar. Pero otras no, se escapan, las tienes que asumir. ¿Y si no lo asumimos?

El luchar contra el destino es esencial, pero no debe conducir a la locura. ¿Por qué hacemos cosas que no nos satisfacen? ¿es tan difícil decir que no?

El no... Detrás del no muchas veces hay el miedo a decepcionar, el miedo a no cumplir las esperanzas que los demás han puesto sobre ti. Pero yo estoy preparado. ¿Por qué la gente espera algo de mi si yo no estoy preparado? Y preparado para qué. ¿Por qué no estoy preparado si es sencillo? Sí, es sencillo, pero quizá no es el momento.

Vivir el momento, es fácil, pero hay que estar allí... a lo mejor no quiero vivir el momento, no me apetece vivirlo, sólo quiero estar tranquilo, tomarme la vida con calma... pero no puedo, el tiempo no se detiene. ¿Es imposible luchar contra el tiempo? Maldito tiempo ¿Por qué no te detienes?

El tiempo no te deja pensar, no te deja parar y reflexionar. Hay gente que vive bien bajo la presión del tiempo, saca lo mejor. Otra, sencillamente se agobia por el paso del tiempo. He hecho muchas cosas en mi tiempo, pero no todas me gustaron, y dejé cosas sin hacer. No tuve oportunidad de hacerlas ¿o sí? Por qué desaproveché mis oportunidades? ¿Es eso lo que me lleva ahora a embarcarme en empresas que no me gustan y no soy capaz de asumir? Pero eso me vuelve loco, no quiero hacerlo, pero no quiero dejarlo pasar.

Por qué no se detiene el tiempo, por qué no va para atrás. Lo intento, me equivoco, vuelvo para atrás, eso sería fácil. Pero la vida no es fácil, tienes que vivir con los errores y no te deben afectar. Es muy fácil decirlo, pero los errores están ahí. De ellos muchas veces no se aprende, sólo te humillan. Y no te puedes levantar de esa humillación. Cómo mirar a la cara a la vida después de la paliza que te ha dado, lo mejor es darle la vuelta, renunciar a ella. Tú me has maltratado, no quiero volverte a ver. Pero está ahí, te persigue, la olvidas.

Sigues adelante, incluso te reconcilias con ella. Vuelves a vivir buenos momentos e incluso minimizas lo malo. Te apoyas en lo bueno que te da, y empleas otro tipo de ayudas. Pero te das cuenta que ese tipo de ayudas no estarán siempre ¿por qué no están siempre? El tiempo pasa, pero hay otras que siempre están ahí, las ayudas externas, las que te hacen dependiente, y no quieres ser dependiente. Ser dependiente es estar tarado, no eres una persona completa. La gente completa no necesita ayudas externas. O eso creo.

Intentas imaginarte la vida de los demás. ¿tendrán malos momentos? Sí, todo el mundo tiene malos momentos. Además, mis problemas no son nada comparados con los suyos... pero son los míos. Soy egoista ¿por qué me preocupo de mis problemas infantiles y no de los problemas serios de los demás? Eso me da esperanzas, pero rápidamente se desvanecen ¿cómo te vas a consolar con el mal ajeno? Habría que ser muy mezquino. Si cabe, el saber que hay gente peor te desanima más. Mi sufrimiento no sirve, nadie va a disfrutar con él, el que yo sufra no le va a quitar sufrimiento a los demás... Es un sufrimiento inútil.

Esto te hace plantearte si hay sufrimiento útil. No, no puede haberlo. Eso es otra cosa, esfuerzo quizá. Si te esfuerzas puedes sentir el sufrimiento, pero sabes que es algo secundario, algo que tendrá frutos. ¿Tendrá mi sufrimiento frutos?

No, este sufrimiento no tiene frutos porque es una lucha personal. Sólo yo y él. Más allá no hay nada, más que vencerlo, y parece que de manera momentánea. Sé que podré con él ¿pero cuánto tiempo durará esta victoria hasta que reorganice su ejército y me vuelva a atacar en el momento más inoportuno? Ahí, donde más duele, en el miedo. Absurdo miedo, miedo a enfrentarse con tus propios miedos. Le intentas plantar cara, tímidamente, pero te golpea, y te humilla más si cabe.

Hubo un tiempo en el que quise desviar la atención de mis miedos. Será otra cosa. No, creo que no. A lo mejor es todo... me supera. Es la impotencia. El malestar psíquico se vuelve físico. Eso es lo peor... es lo que te rompe la vida. ¿Cuánto tiempo durará ahora?

Lo tengo localizado, sé qué es. No, no lo sé... nunca viene solo. Eso es un problema, nunca viene solo. Cuando viene solo lo identificas y luchas contra él, pero si viene acompañado ya es una lucha desigual, te vence. Te ataca por detrás y te debilita físicamente.

Decepcionar a la gente, eso es lo que angustia. Decepcionas a la gente ante unas expectativas que te has creado tú mismo, la impotencia de esa decepción, te impide cumplir con la gente que ha creado unas expectativas sobre ti. Es una bomba en cadena, no sólo sufres tú, el ataque afecta a todo el que está a tú alrededor. Más si cabe al que depende de ti. ¿Puedo con esa presión? Sólo pensarlo es peor. Me tengo que abstraer, me gustaría detener el tiempo. Nuevamente.

Necesito ayuda, pero no sé pedirla, no sé qué ayuda necesito. Es un peso encima de la cabeza. ¿Me centro en ello o lo ignoro? Las dos opciones son malas, parece que no hay solución. Es un problema complejo, no estoy preparado para su resolución, no sé enfrentarme a él... necesito de ayuda. Pero no quiero depender de ella, no quiero, no quiero. ¿Por qué?

No estoy solo. Eso es bueno. Pero a la vez es malo, quiera o no les salpico. Sin duda es un alivio egoísta el compartir dolor, pero ellos sufren contigo. Necesito descansar. Esa es la clave. Descansar. ¿Cuánto tiempo? Ese es mi enemigo, el tiempo.

Comentarios