La crisis de confianza


Según información que he obtenido, al parecer ayer los presidentes de las tres principales compañías automovilísticas de EE.UU. (General Motors, Chrysler y Ford) salieron mendigando al Senado norteamericano unas ayudas necesarias para salvar el sector y no despedir a más de 100.000 empleados.

Un senador, eso dicen, se levantó y les preguntó: "¿Cuáles de ustedes han venido a Washington en su jet privado?". Los tres habían viajado de tal manera. Es decir, ¿para qué son las ayudas, para los trabajadores en dificultades o para que los dirigentes de las principales compañías sigan manteniendo su status?

Dicen que empieza a haber una crisis de demanda, que la crisis inmobiliaria deja en el paro a trabajadores que ya no pueden gastar y toda la economía vive un efecto dominó. Pero aquí el problema no está en los trabajadores que dejan de consumir, sino en los trabajadores que pierden su empleo, y lo pierden porque todos los agentes económicos que han ganado mucho dinero estos años no lo vuelven a inyectar en la economía. Lo atesoran.

Imagen: La Prensa


Estos agentes son los directivos de la General Motors, de Ford, de Chrysler, etc. Compañías que han gestionado fatal sus recursos. ¿Cuál es el problema? La falta de democracia en la empresa.

A pesar de los múltiples fallos democráticos, el presidente de EE.UU., su equipo y su gente, si lo hace mal, será botado de su puesto en las siguientes elecciones, y entrará otro equipo. Pero la junta directiva de las corporaciones monopolísticas se perpetúan por la eternidad ¿cómo? Gracias a la legislación que ellos mismos financian con los excedentes de su monopolio. La participación de los trabajadores en las decisiones empresariales no existe, y las de los accionistas están fuertemente limitadas.

El mundo de la empresa vive en una eterna dictadura tiránica en la que un grupo de directivos toma decisiones con el paraguas de los pequeños accionistas que son los que se juegan su dinero y con la espada de Damocles sobre la cabeza de los trabajadores.

Esto nos lleva a criticar los principios Paretianos en su origen argumental, y es suponer que la situación de partida a la hora de evaluar los juegos es justa, y no lo es.

Ahora, estos agentes económicos, tiránicos y despóticos, deciden cerrar el grifo, deciden ahorrar, y con ello estimulan a que la gente de a pie con una economía saneada haga lo mismo. Al final el pato lo pagan los mismos, y esos mismos además tienen muchas trabas para salir adelante. Quizá no tanto en EE.UU.

En Europa, los sindicatos están secuestrados por los gobiernos, los gobiernos están secuestrados por los directivos de las grandes corporaciones, y cualquier muestra de inconformidad social organizada es duramente reprimida por el Estado a mandato de los capitalistas. Lo peor de todo es que a los trabajadores se les engaña desde los partidos del poder y desde los sindicatos comprados para que se movilicen en la defensa del sistema que les deja en esa situación. El único camino es la libertad, y la libertad no te la da el poner a los dirigentes de las empresas como altos funcionarios del Estado, sino derribando el Estado.

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