El nacionalismo español más fuerte que nunca

El indecente ministro de Asuntos Exteriores del conjunto de naciones oprimidas por el Estado Español ha hecho hoy una serie de declaraciones que causarían horror e inquietud si no fuera porque en estados situados justo al norte de los Pirineos tienen presidentes de la República que esgrimen un discurso cuartelero más propio de camisas pardas del Punch muniques que de representantes electos de una democracia de la Unión Europea del siglo XXI.

García-Margallo expandiendo la "Marca España" - Wikipedia


Y es que después de hablar de las virtudes de su querido jefe y de las bondades que tiene el ejecutivo del que él mismo participa, sin olvidar de arremeter contra la terrible herencia y de vaticinar de manera oculta - como siempre - el reparto del pastel del sector de la salud entre sus amigas las constructoras y de anunciar constantes recortes en gasto social, el muy mezquino se puso a dignificar una entelequia llamada "marca España".

El bochornoso discurso nacionalista español, muy típico en los sectores políticos que habitan en la carrera de San Jerónimo, estuvo teñido de un insulto constante a lo que dentro de España no tuviese "marca España", en una clara alusión a las delegaciones comerciales que en su día han realizado ciudades como Madrid y Comunidades como Valencia o Catalufia. Decía que "cuando un país tiene dos marcas gana la mitad que si tiene solo una, y uno que tiene tres no gana nada."

Después de esta apelación a la formación del espíritu nacional y los grandes monopolios campeones nacionales en una Economía fuertemente dirigida por el Estado, el ministro pasó a desglosar los supuestos "activos" que tiene la mencionada "marca España". Y aquí es donde la cuestión fue todavía más graciosa, si no fuese por el poder que este personaje tiene y que nos hace recordar anteriores ministros de épocas bastante recientes con lágrimas en los ojos por lo que fue y lo que ha quedado de ese ministerio. 

El primer gran activo que para este señor tiene la "marca España" es el Rey. Sí señora, el rey. Tú tienes un rey, y ya está, vendes más. Supongo que Seat es una marca mejor que Audi dentro del grupo Volkswagen porque España tiene rey y Alemania no. Eso es así, y punto y pelota. Empezando por la propia casa real, mencionó toda la serie de activos de la marca España que, a mi entender, deberían eliminarse, y es que estos supuestos activos si que son un coste innecesario y que realmente reflejan lo que es la política de estos energúmenos que representan, como no podía ser de otra manera, el sentir popular de los ciudadanos del estado español con derecho a voto.

Enumero: El Rey - y por extensión la Casa Real - más de 180 embajadas, 11 delegaciones internacionales multilaterales, más de 300 consulados y el Instituto Cervantes. Después de esto habló de intangibles patrioteros, como el idioma español. Se mencionaron también las campañas de cooperación española, muchas muy mal gestionadas, y la futura creación de un lobby español en Estados Unidos, algo que me llena de perplejidad supina.

En resumen, el 90 % de la actividad de este ministerio es un gasto innecesario, que sólo sirve para crear una línea de pensamiento internacional favorable a las políticas uniformadoras en el interior del Estado para vender la idea de una unidad cultural dentro de las fronteras de España, cosa que no existe por otra parte, intentando convencer a inversores extranjeros de las ventajas que tiene España sobre otras partes del mundo. Lo triste es que las inversiones internacionales muchas veces se mueven más por la comisión o soborno ejercida por un diplomático a un representante legal, que por motivaciones meramente empresariales en las que se tengan en cuenta las condiciones socioeconómicas del lugar en el que se plantea la inversión. Quizá por eso, cuando este personaje fue preguntado, decía que España está incoando a los inversores de nacionalidad española a invertir en siniestros lugares como Arabia Saudí o Guinea Ecuatorial frente a lugares con una fiabilidad mayor como Venezuela, que no interesa desde un punto de vista político, que no económico

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