Vemos tañidos y oímos visiones

Una vez más, y no será la última, hemos asistido a un nuevo alzamiento nacional patriotero del actual gobierno que representa la voluntad mayoritaria de los ciudadanos que residen en el territorio de los súbditos del Rey de España y que han ejercido su derecho a voto.

Esta vez, el petróleo vuelve a ser el asunto. Otra vez, el ministro es el señor, por decir algo, Soria, español oriundo nacido en África y que por su condición de ultramarino debe necesitar demostrar con más afán su condición nacional. Y esta vez, el enemigo es la República Argentina.

Y es que parece ser que el gobierno populista y demagogo de Cristina Fernández, actual presidenta de la "Nación", se plantea recuperar las acciones de la sociedad YPF debido al incumplimiento, según se dice, de ciertas cláusulas de compromiso de inversión por parte de los propietarios de las acciones. Supongo que este es un asunto que se debería dirimir en los oportunos tribunales, ya que es un acuerdo entre el antiguo propietario y el actual en la venta de las acciones del mismo.

Imagen: Revista Norte


Pero por si acaso, y apelando a la nación española en pecho herida siempre por los envidiosos extranjeros de antiguas y desagradecidas colonias de allende los mares, el gobierno del Reino ha sacado a su ministro de Industria para apelar a los intereses patrios. En un discurso más propio de los años treinta que de una sociedad abierta y liberal, el señor Soria insinuó un más que improbable uso de las armas para defender los intereses de no sé quién.

Y la oposición, como no, no ha dicho nada, ya que es obvio que lo que importa en este estado es la soberanía nacional, la defensa de la patria y la supresión de la voluntad individual ante la entelequia del Pueblo Español. Si para defender una empresa cuyo edificio principal está en el Paseo de la Castellana de Madrid, sin importar si tiene o no razón, hay que amenazar e intimidar al gobierno de la República Argentina, se hace, porque España así lo pide.

Y sigue sin existir el nacionalismo español. Y el argentino tampoco.

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