Los límites del humor

En los últimos meses estamos siendo espectadores de un debate que está teniendo lugar en los medios de comunicación y que difícilmente un hachefecista puede dejar de lado. Se trata de si se deben establecer límites al humor.

Si hacemos un análisis de las posturas enfrentadas nos daremos cuenta que existen dos bandos que agregan dos sentimientos irreconciliables. En el primero estarían los amantes de la corrección política que esgrimen que existe un límite del humor en el respeto al prójimo. Dicen ser defensores de la libertad y que la libertad tiene un límite en aquel lugar en el que se traspasa la libertad del otro.

Imagen de eldiario.es
Por otra parte parece haber un grupo de personas sin escrúpulos que parece que no saben vivir sin ofender a los demás y que basan su supuesto humor en el insulto y la humillación, estableciendo una falsa equivalencia entre el humor y la ofensa que está lejos de la realidad y que solo denota una total falta de capacidad para conseguir hacer humor inteligente.

Tras este breve análisis, he de decir que las personas libres de verdad, las que creen en la libertad de expresión y en la comedia como una válvula para medir el nivel de libertad de expresión de una sociedad, debe estar en el segundo bando.

Y unos cojones que se puede ser correcto políticamente y de izquierdas y, además tener un buen sentido del humor. En el fundo todo humor se basa en la humillación de algo: una idea, una persona, una conducta, etc. Llevarla al límite, darle tres vueltas, exagerarlo y compararlo con la realidad; ahí está la comedia.

No existe el humor blanco, existe el humor más o menos complejo y más o menos surrealista, pero no el humor blanco. La comedia rompe con las normas de corrección política porque si no no sería comedia. Desde el simple señor que hace el ruido de un pedo cuando alguien se sienta hasta cosas más elaboradas como una película de los Monty Python, todo es incorrección, salirse del tiesto, ofender y escapar a la vulgaridad.

Como diría Marlo: hay que decir hijo de puta, ¿eh?, hijo de puta, niños, siempre hijo de puta…
Y el que aquí no vea humor, no tiene ni puta idea de lo que va la vida.

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