¿Qué es Vox?

Hace unos años irrumpió en el panorama electoral del estado español un partido como escisión del Partido Popular debido a la deriva a la que Mariano Rajoy estaba llevando su nación: España. En un principio parecía ocupar el espectro del ala más cercana al conservadurismo político del mal llamado votante católico del Partido Popular. Se trataba, por tanto, de aquellos que se vieron traicionados por no atender aquellas manifestaciones bastante numerosas en contra de la inclusión de las uniones civiles de homosexuales en el término de matrimonio, de la no derogación de la ley de plazos ante el fenómeno del aborto y otras consignas agitadas por los estamentos más acomodados del alto poder de la Conferencia Episcopal española que, desde los años treinta por lo menos, ha estado más preocupada de hacer política que de evangelizar y de atender a sus feligreses. El resultado es conocido; a pesar de ser el estado español uno de los que más creyentes y apegados a la fe católica del mundo, las iglesias están vacías y la separación entre la iglesia institucional y la feligresía es máxima.

Imagen: El periódico


Agitando la bandera del nacionalismo español, siempre presente, este partido ha sumado un buen puñado de votos de gente descontenta con su situación económica y de gente que, sin estar en una situación peor que la que estaba hace años, ve peligrar su estatus social. El ciudadano español es mayoritariamente nacionalista, porque así ha sido educado. Posiblemente en todo el mundo hay nacionalismo, pero aquí está muy presente y claramente inunda cualquier conversación. El odio al diferente es el orden del día. Y en este caldo de cultivo, era muy evidente que llegaría el momento que, si los partidos mayoritarios no atendían esta reivindicación, alguien iba a recoger lo sembrado durante 40 años de franquismo. 

Nada nuevo bajo el sol de España. El que piense que Vox es un partido mucho más racista, xenófobo o excluyente que el PSOE de Susana Díaz o el PP de Aznar, es que no ha vivido en este estado los últimos 30 años. Así que Vox no es más que lo de siempre, porque los partidos, si quieren tener votos, tienen que atender a los ciudadanos que representan. Sin más.

Muchos analistas políticos ponen su énfasis en que Vox es una extrema derecha, pero está recogiendo valores culturales tradicionales que, de manera real o falsa, están en peligro según su punto de vista. Este partido se ha mostrado defensor de temas como las tradiciones culturales de raigambre católica, del hecho cultural de la tauromaquia, del mantenimiento de la actividad cinegética, etc. Elementos que están fuera de la tradicional lucha de clases entre la izquierda y la derecha y que tienen un marco más transversal. Si cabe, podríamos definirlo más como un enfrentamiento entre lo urbano y lo rural. Muchas veces desde la ciudad se toman posturas frente al estilo de vida de cierto compromiso ético que no son entendidos por la gente que habita el campo debido a su mayor grado de homogeneidad social. Esta claro que un una localidad de 2.000 habitantes o menos, la gente está mucho más apegada a sus fiestas populares y a las tradiciones que conlleva (espectáculos taurinos, celebraciones religiosas, etc.) que lo que lo está la gente que vive en grandes ciudades en las que las personas viven en muchas ocasiones de lado unas de otras.

Esta gente, ve realmente peligrar su modo de vida tradicional no solo en sus costumbres, también en su medio de vida. Hay zonas rurales que viven de la actividad ganadera y cinegética. Algunas opciones de vida que toman principalmente algunos grupos minoritarios de la ciudad pero de gran influencia pueden afectar a la forma de vida del campo. El vegetarianismo y el movimiento vegano, de ganar fuerza, podría poner en cierto riesgo, tampoco hay que dramatizar, la forma de vida de muchas personas del campo. Al igual que un partido como PACMA ha crecido durante la última década a base de dar voz a todos aquellos movimientos que creen que no se trata de manera ética a los animales, era normal que algún movimiento similar surgiera en defensa de la forma tradicional de tratar a los animales.

Desde el siglo XVIII, la monarquía hispánica ha ido construyendo una serie de artificios centralizadores que no correspondían a la tradición histórica previa de los territorios que la conformaban. Esta centralización, siempre que se producía ha provocado tensiones, y resultados bastante malos para el conjunto de la sociedad, pero aún así se han ido implementando hasta 1978, donde se dio un paso atrás prolongado con la federalización del estado a través del estado de las autonomías. La crisis económica y su prolongada recesión ha puesto en duda varios de los consensos establecidos en el postfranquismo, y uno de ellos es el modelo de estado. Unos defienden la ruptura de España en estados más pequeños y homogéneos culturalmente, otros la federación total, otros el mantenimiento del sistema y otros una nueva recentralización. Este último elemento también lo ha recogido Vox. Es cierto que otros partidos también hablan de ello, pero son menos creíbles, porque hablan del mantenimiento de la Constitución actual y, a la vez centralizar, algo no posible, por eso Vox ha convencido a aquellos que consideran que la centralización es más barata que la federación.

Un fenómeno curioso en el estado español es la identificación entre el patriotismo y la centralidad de las instituciones. Un británico no es tachado de menos patriota británico por defender la autonomía escocesa. Un estadounidense jamás sería tachado de antipatriota por poner en su porche una bandera de Tejas y desconfiar de los burócratas de Washington. Pero en estado español, sí ocurre. Una persona que defienda que un sistema federal atiende las circunstancias diferenciadas de los ciudadanos de cada región de una mejor manera que un sistema centralizado, es un claro antipatriota, porque convierte a España en un reino de Taifas y en algo ingobernable. Los que defienden esto, después hablan del glorioso pasado imperial de España donde, por si no lo sabían, cada reino y territorio del imperio tenía un gran grado de descentralización y de autonomía que los patriotas alucinarían en colores.

Por lo tanto, Vox es un partido que ha recogido un malestar real, que respondía a un sentimiento con razones fundamentadas o no en el ámbito rural de ataque a usos, tradiciones y costumbres bien arraigadas. Por otra parte, ha recogido también el sentimiento nacional de muchos ciudadanos españoles que ven como los partidos tradicionales no respetan la herencia de orgullo patrio construida durante el siglo XX. Son sectores de población que siempre fueron críticos ante algunas actitudes del Partido Popular y del Partido Socialista que apoyaban sus gobiernos en nacionalismos periféricos.

Y eso básicamente, es lo que creo que representa Vox de momento: un fiel reflejo de una parte de la sociedad española que, ahora, está mucho mejor representada en Andalucía que antes. Podemos decir que la democracia ha ganado.

Comentarios