Lo de Venezuela

Seguimos hablando de temas sin tener ni idea, pero gracias a Internet, cualquier pringado como yo puede emitir una opinión. Y lo mejor de todo es que alguien puede darle más validez que los análisis concienzudos de expertos en política internacional. Vamos allá.

Hoy la Unión Europea reconoce a un presidente en Venezuela diferente a Nicolás Maduro, que lleva ejerciendo el máximo poder de la república caribeña desde la muerte de su predecesor Hugo Chávez hace casi seis años.

Desde la muerte del líder bolivariano, el país se ha visto sometido a una serie de procesos de recesión económica que han terminado en un incremento del descontento. Esto no se puede discutir, aunque como siempre habrá gente que opine que no es para tanto y gente que dirá que es todavía peor. Me parece a mí que el propio Maduro reconoce que no todo está bien en la economía venezolana.

Obviamente, la salida masiva de capitales, las sanciones internacionales han afectado negativamente. También las políticas erráticas del gobierno presidencial. Pero más allá de lo económico, que hay que estar allí para verlo, vivirlo, sufrirlo y entenderlo, me preocupa la injerencia internacional en los asuntos internos de Venezuela.

Imagen: El País

Personalmente yo no simpatizo mucho con el gobierno de Maduro y con el chavismo en general. Como todo movimiento social que se prolonga en el poder durante tantos años, tiene algunas luces y algunas sombrar - algunos dirán si las luces son mucho mayores que las sombras o viceversa. Pero lo cierto es que hay un gran descontento en el interior del país con las políticas y un cierre de filas entre los afines y los detractores del oficialismo casi irreconciliable. En algunos momentos parece que se está produciendo un clima previo a una guerra civil. El oficialismo asegura que tiene controlado, pero parte de la oposición parece que tiene un apoyo popular suficiente como para poner en jaque al gobierno, pero no parece que suficiente como para hacerlo por vías democráticas.

Nuevamente aquí hay división de opinión. Hay quienes creen que la presidencia pone muchas trabas y condiciona con represión a la oposición que tiene un apoyo superior al que dicen las urnas. Además de que la Asamblea Nacional tiene apoyos mayoritarios fuera del chavismo y que ésta ha sido vaciada de poder por una artimaña legal de los de Maduro. El oficialismo, en cambio, dice que todas las actuaciones que lleva a cabo están dentro de la legalidad constitucional de Venezuela y que el ganó las últimas presidenciales, cosa cierta, aunque parte de la oposición y de la comunidad internacional considera que esa victoria es dudosa.

Por lo tanto, yo creo que aquí está el primer problema político: dentro de Venezuela hay dos sectores que no se reconocen mutuamente como interlocutores válidos para representar a parte del pueblo venezolano. Cuando esto ocurre, la guerra civil está más cerca, ya que si negamos la legitimidad del contrincante para elaborar propuestas y llevarlas a cabo, estamos negando la esencia de la democracia.

El segundo problema político está en el plano internacional, que es el de las injerencias de potencias extranjeras en la política interna de un tercero. Dentro de la diplomacia internacional está claro que se pueden tomar medidas que vayan encaminadas a favorecer a uno o determinado sector político dentro de otro país, con apoyo de todo tipo. Pero entrar directamente en el reconocimiento o no de la legitimidad de tal o cual facción política, es algo que creo que no debe tener cabida dentro de esta diplomacia internacional. En el derecho internacional existen mecanismos, mejores o peores, para denunciar el despotismo y las actitudes tiránicas de los gobernantes. Para eso se crearon las Naciones Unidas y existe un Consejo de Seguridad en el que se dirimen estos asuntos. China y Rusia, este último país con poder de veto, ya han declarado que consideran que el presidente actual es el que tiene la total legitimidad. Y guste o no es así.

Yo no dudo del posible abuso de poder de Nicolás Maduro ni de que haya vulnerado su constitución. Ni de que el presidente de la asamblea Guaidó tenga legitimidad para, en la legalidad constitucional venezolana, proclamarse presidente interino de la república. Lo que dudo es de que eso se tenga que apoyar o dejar de apoyar desde terceros países. La democracia venezolana debería tener instrumentos suficientes para decidir quién tiene razón en este conflicto, con sus leyes, sus jueces y sus funcionarios, y los países extranjeros, en particular en Europa y Estados Unidos, no se debería dar lecciones de una manera tan imperialista, porque tiene unas formas muy feas y unos resultados que podrían avivar la hoguera del conflicto civil armado, lo que además de un insulto a los venezolanos es una irresponsabilidad. 

Puedo entender que haya venezolanos que se sientan cómodos con el apoyo exterior de potencias internacionales, pero en el futuro, si todo sale como ellos quieren y además no hay derramamiento de sangre, quién dice que sus opositores no busquen apoyo internacional en otras potencias como Rusia o China; entonces, ¿qué dirán? Dirán que es una injerencia inasumible, y con razón.

No podemos ir de dignos por el mundo con estas actitudes de intromisión en la política interior de otros países, lo considero un error y una actitud hipócrita, ya que no toleraríamos lo mismo para nosotros. ¿Qué se opinaría si en nuestro país alguna potencia extranjera diese o quitase la razón, reconociendo fuera del status quo a los partidarios de alguna facción contraria a lo establecido.

Todo el mundo recuerda el escándalo de las papeletas mariposa que en el estado de Florida dio la victoria a George W. Bush como presidente de los Estados Unidos. Los indicios de pucherazo fueron tantos que se podría haber pedido por parte de la comunidad internacional que, por lo menos, se hubiesen repetido las elecciones en ese estado; pero la comunidad internacional no pasó del escándalo. ¿Se imaginan que alguna potencia extranjera hubiese reconocido a Al Gore como presidente? Obviamente no, primero porque ni el propio Al Gore se hubiese autoproclamado presidente sin haber acudido previamente a los tribunales norteamericanos y haber legitimado su resultado.

En resumen, parte de la oposición ya no reconoce las instituciones del estado como legítimas para dirimir conflictos internos y acuden a la comunidad internacional para solucionarlo. Y esta comunidad internacional, lejos de inhibirse hace el juego a las facciones de manera irresponsable.

Vuelvo a repetir, no veo extraño que los amigos de Maduro le den su apoyo con palabras y que los contrarios aúpen a sus opositores, brindándoles foros y con medidas diplomáticas, pero posicionarse de la manera en la que lo están haciendo las principales potencias de la Unión Europea y Estados Unidos es totalmente deleznable. 

Obviamente, si la gobernanza oficial venezolana fuese más eficaz, posiblemente su apoyo popular no daría alas a los opositores para buscar este apoyo externo. Si los opositores fuesen creíbles como alternativa, tumbarían al gobierno de manera democrática. Parecen no reconocer ni unos ni otros que, como mínimo, hay una fuerte división interna que tienen que resolver entre ellos. La diplomacia y la mediación internacional es constructiva, pero el apoyar a los frentes deslegitimando al contrario está fuera de lugar.

Desde occidente muchas veces cargamos contra Maduro y el chavismo sobre todos los problemas que tiene Venezuela y, lógicamente, es el principal responsable porque por eso lleva tantos años gobernando. Pero la falta de autocrítica de la oposición augura un futuro no mucho mejor que el que se tiene ahora con Maduro. Han de reconocer que si el chavismo tuvo un apoyo popular tan grande fue gracias al abandono de las masas populares por parte de las élites dirigentes del país que, en esta crisis, han vuelto a dejar de lado a la gente de su país. Es habitual, el cuanto peor mejor. Los grandes capitales de Venezuela han salido de allí, no lo critico como tal, cada uno es libre de moverse a donde le guste más y donde tenga más beneficio, pero después que no se les llene la boca con patriotismo y demás. Es cierto, creo, que el chavismo ha llegado a ser confiscatorio, pero desde fuera poco pueden hacer por su "querido país". Vuelvo a repetir, no critico que la gente se busque la vida como quiera, critico que los que lo hacen digan que en realidad quieren trabajar por Venezuela y que son altruistas; a eso se le llama hipocresía.

Como conclusión final, solo espero que la sangre no llegue al río, literalmente, y que se pueda resolver el problema político sin conflicto armado. Pero pinta mal. 

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