El hachefecista por las mañanas

Esta historia podría ser la vida normal de una persona normal en un mundo normal. Pero esta persona, no lo era, porque era hachefecista. Un hachefecista está dispuesto a dudar de aquellas realidades impuestas por la sociedad hasta llegar a causar un fuerte dolor al interlocutor. Eso es un hachefecista.

Un hachefecista tergiversará tus palabras, manipulará y dará un doble significado a lo que no lo tiene. Pondrá en tu boca falsedades y malas interpretaciones y siempre tendrá una respuesta, aunque sea absurda, a todas tus preguntas. En definitiva, un hachefecista es un gran tipo.

Un hachefecista se levanta por las mañanas con una buena erección y con las sábanas pegadas a la entrepierna, no en vano por las noches sólo puede conciliar el sueño tras una sesión de dos o tres horas de masturbación pensando en sí mismo. El hachefecista sólo se ama a él, a nada ni a nadie más. Es un extremo de egoísmo, pedantería y prepotencia.

Imagen: Frikilogia


Tras eso se rasca el trasero y se aparta el calzoncillo de la raja del culo utilizando el dedo como un gancho. El hachefecista sufre del llamado mal de tener el calzoncillo como un tanga. Esta operación la realizará varias veces a lo largo del día. El hachefecista no levanta la tapa del váter y mea fuera, salpica y se saca un moco con el mismo dedo-gancho con el que se apartó el gayumbo. Tras ello se mete en la ducha y se remoja un poco.

Después del baño se echa por el cuerpo desodorante roll-on por todo el cuerpo, el hachefecista es propenso al mal olor corporal y necesita de una gran dosis. No lo hace por feminidad, sino por supervivencia, el olor podría matarle incluso a él.

El hachefecista desayuna trozos de pizza del día anterior o alguna que otra sobra que encuentre en la nevera recalentada en el microondas. Se lava los dientes y se va de casa a su trabajo. El hachefecista tarda una media de 33 minutos en llegar a su trabajo y siempre enciende su equipo. Tras hacerlo, entra en la lista de correo y pierde el tiempo.

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