Lo de las vacunas

Me sorprendería si no fuese tan habitual sorprenderse por estas noticias. Desde hace unos años está habiendo en los países occidentales un movimiento en contra de la vacunas. Me he informado un poco y parece ser que hay una serie de padres que consideran que es malo vacunar a sus hijos por varios motivos. Argumentan teorías de la conspiración como el hecho de que las farmacéuticas se inventan vacunas que no sirven para nada más que para enriquecerse, que las vacunas tienen ingredientes dañinos para la salud de los bebés como mercurio y otros agentes químicos y otras patrañas del estilo.
El hecho es que hay una serie de padres que han decidido no vacunar a sus hijos y, claro, están aumentando las epidemias. La última noticia es una epidemia de sarampión en un barrio populoso de Nueva York. En España se han dado casos de niños que han muerto por meningitis y que estaban sin vacunar. En Italia y Francia se están incrementando los casos de enfermedades que se estaban controlando con la vacunación como las paperas, el sarampión, la varicela o la rubeola. Es una lástima. Recordemos que la viruela desapareció gracias a la vacunación y los estragos de la polio a mediados del siglo XX ya no existen por la vacunación. El caso de la polio es muy grande, porque el doctor que la descubrió, Jonas Salk, decidió no patentarla.
¿Cómo mantenemos la libertad individual a la hora del tratamiento médico con la salud pública general? En Nueva York han declarado que van a multar a los que no se vacunen. A veces piensas si no sería mejor aislar a esta gente de la sociedad como se hacía hace más de dos mil años con los leprosos, pero siempre nos queda la idea de qué hacemos con esos niños cuyos padres se creen con información mejor que la que tiene un médico.
Y aquí hay gran problema, cada vez más la gente se cree que sabe más de temas de los que es imposible que conozca. Obviamente yo no sé de vacunas, ni de medina y mis conocimientos de biología no pasan más allá de lo que un mal estudiante de bachillerato puede saber y, ante esta tesitura, si el médico me recomienda un tratamiento, pues no me queda otra que fiarme de él. Como mucho, podré pedir una segunda opinión médica, pero de ahí no puedo pasar.
Hace unos años tuve un problema dental y acudí a tres dentistas, y cada uno me dijo una cosa. A ver, los médicos se equivocan, pero obviamente lo que no podía hacer yo es decir "bueno, como los médicos a veces fallan, pues me diagnostico yo y punto". Es cierto que hablamos de la salud de niños que, si cabe, es un asunto más delicado, pero las decisiones de vacunación no las toma un médico de familia raso, las toman especialistas en medicina preventiva después de haber leído un montón de estudios estadísticos, epidemiológicos y técnicos que les llevan a la conclusión de cuándo y cómo vacunar a los diferentes grupos de población. Cuando no hay un problema de salud pública, por ejemplo una vacuna de la alergia al polen, la medicina preventiva a gran escala no entra, y ahí sí que puedes decidir si te vacunas o no, que si el médico está compinchado con la farmacéutica, etc. Pero en algo de salud pública, primero acatas la normativa y vacunas y después, si tienes recursos, conocimientos y demás investigas lo que hay detrás.
El caso de la gripe A que hace unos años supuso un gasto brutal para la adquisición de millones de vacunas en todo el mundo creo que generó un gran rechazo al movimiento en favor de la vacunación. Sinceramente no sé si aquello fue un error o no; es posible que jugaran con nuestro miedo y que los gobiernos se vieran impulsados a comprar vacunas a diestro y siniestro más por el pánico generalizado que por una necesidad real. Pero lo que está claro es que en el momento de la epidemia y a la hora de enfrentarse a ella, lo primero es hacer caso a las autoridades sanitarias y, como segundo paso, crear grupos de investigación para evaluar la responsabilidad. Considero que si en aquel caso hubo un fraude, pues habrá científicos que podrán identificarlo como tal y perseguir a los responsables, al fin y al cabo fue dinero, y eso siempre tiene solución. Pero los niños con meningitis que murieron por no estar vacunados, eso ya sí que no tiene solución. Realmente no sé si se investigó lo que pasó o fue una cadena de errores tan grande que todos han hecho la vista gorda; aunque esto también puede ser teoría de la conspiración.
El otro día en la radio habló un pediatra que imparte talleres en la Sierra de Madrid para convencer a los padres de que vacunen a sus hijos, y su experiencia le ha demostrado que normalmente es fácil rebatir los argumentos de los antivacunas. Este hombre es Roi Piñeiro, a mí me ha convencido y si tuviera un hijo, no dudaría en vacunarle.

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